Bailar hasta morir

Victoria Kramer

Alicia bailaba con la pasión del primer día. En ese momento, no había nada que pudiera perturbarla, ni siquiera que la petulante estrella de la compañía, Isabel, yacía en el piso del salón dando sus últimos respiros. El exquisito sabor de la sangre que aún rondaba en su paladar la provocaba un éxtasis indescriptible, y aunque podría seguir bailando durante horas, sabía que pronto tendría que encargarse de Isabel. Sin embargo, esto no era un problema, pues su padre le había enseñado cómo atender estos percances y ella contaba con la experiencia que da tener 500 años en este mundo.

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